
Eran altas horas de la madrugada y se disponía a volver a casa tras una noche larga de licor en licor que le provocaría una espantosa resaca.
Llamó al timbre de la casa, nadie contestó. Insistió y la mujer harta ya de espectáculos decidió abrir:
- ¡Eres un hijo de puta!, ¡so cabrón!. ¿Cómo tienes vergüenza de volver a estas horas y en esas condiciones? Mañana tengo un análisis de sangre, tengo que madrugar y yo aquí aguantando tu borrachera. ¡Estoy harta de trabajar como una negra para ti!
- Déjame pasar.
- No, aquí no vas a dormir. Vete de aquí que no te quiero ver más. Mañana ven a por tus cosas y ya hablaremos cuando entiendas lo que te digo.
- ¡Que me dejes pasar! (golpeó la puerta)
- ¿Qué pasa?, ¿me quieres pegar?, ¡venga valiente dame, que eso es lo que quiero!
- Aparta (empujando a su mujer)
- Déjame pasar.
- No, aquí no vas a dormir. Vete de aquí que no te quiero ver más. Mañana ven a por tus cosas y ya hablaremos cuando entiendas lo que te digo.
- ¡Que me dejes pasar! (golpeó la puerta)
- ¿Qué pasa?, ¿me quieres pegar?, ¡venga valiente dame, que eso es lo que quiero!
- Aparta (empujando a su mujer)
Los dos hijos se desvelaron por el escándalo. Cada uno desde su cama y temblando de miedo por lo que pudiera pasar, arropados hasta casi tapar sus ojos, escuchaban la conversación que mantenían a voces sus padres desde el portal. En ese momento eran los niños más desprotegidos del mundo, nadie pensaba en ellos.
2 comentarios:
No me puedo ni imaginar lo que tiene que ser vivir una situación así. Tanto por la parte de la mujer como la de los hijos... ojalá nadie pase por eso nunca.
Un besazooo
Pues si que tiene que ser una escena espantosa.
Un saludo Acoolgirl!
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